lunes, 29 de agosto de 2011

La crisis, oportunidad para cambiar.



En la sociedad de hoy día, vemos que una palabra titular en las portadas de los diarios y en los noticieros es crisis, ya sea financiera, social, económica, bancaria, familiar, espiritual, ambiental, mundial…

Si hacemos un análisis, encontraremos muchísimas razones, pero si  observamos detenidamente, a mayor profundidad, encontraremos que el origen común de cada una de ellas es el egoísmo. El buscar el beneficio particular a costa de los demás e ignorar que todos estamos interconectados, que lo que afecta al otro, tarde o temprano me afectará a  mí.


La crisis no surgió por casualidad. El mundo no se rige por casualidades, sino por causalidades. Nosotros creamos las causas que dominan nuestra realidad. Constantemente estamos sembrando las semillas de lo que cosecharemos en el futuro. La crisis es simplemente producto de nuestra desobediencia a las leyes universales,  en especial, la ley del amor.


 La situación actual es una señal de que el cambio es más que  necesario, de que mientras más avanzamos lo que hacemos es que involucionamos, por lo que se requiere del surgimiento de una nueva conciencia mas incluyente, más participativa, donde civilización no signifique autodestrucción, donde solidaridad no sea dar asistencia sino mas bien proporcionar herramientas para que puedan emprender su propio vuelo, donde modernización no signifique destruir culturas y tradiciones, donde industrialización no sea sinónimo de explotación.

Ante tal crisis, muchos se cruzaran de brazos pensando que no pueden hacer nada, ya que esto no lo salva nadie. Otros se pasarán la vida teorizando e ideando múltiples soluciones, otros se quejaran y criticarán constantemente, otros se unirán al bando de los salvajes argumentando que en este mundo sólo el que se aprovecha de los demás progresa y  otros están tan dormidos que ni cuenta se dan de lo que pasa a su alrededor.

Pero independientemente de cuál sea la actitud, por más teorías que formulemos, por más comisiones de expertos en ciencias, finanzas, medio ambiente, salud que se reúnan,  por más recursos disponibles que hayan, si no se aplican sobre la base del amor, nunca lograremos la solución.  Porque por más romántico que suene, sólo el amor nos salva, sólo el amor y el perdón  nos liberan del egoísmo.

La crisis es una gran oportunidad para abrir los ojos y reivindicar nuestras acciones.  Pero que implica reivindicarse? Significa un arrepentimiento genuino, tener la voluntad para ponernos en pie con más fuerza,  re direccionar nuestros pasos, sin vacilaciones, sin titubeos, sino mas bien con plena conciencia del deber, que sólo la da la voz de la conciencia.

Esta reivindicación significa un autoanálisis constante sobre aquello que puedo yo hacer para ser mejor.

Las crisis representan grandes oportunidades para salir adelante o para hundirnos más, todo va a depender de nuestra reacción ante los acontecimientos incontrolables que sucedan a nuestro alrededor. Una vez más nos encontramos ante un dilema entre el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad.

En la vida estamos condenados al cambio y si no fluimos con el, entonces nos vemos obligado hacerlo ante fuertes circunstancias…
La Madre Teresa dijo una vez: “La misión de cada uno es una misión de amor. Pero primero hay que encontrar tiempo para los que están cerca, después podemos empezar a ayudar a los demás. Hay que empezar donde nos encontramos, con la gente que está más cerca. Hay que perdonar sin cesar y convertir nuestros hogares en centros de compasión. No dejemos que nadie acuda a nosotros sin que se vaya sintiéndose mejor y más contento.”

Son muchos los que hablan de amor, y en especial del amor a Dios,  pero este sentimiento debe ser avalado con acciones. Si Dios vive en mí así como en cada ser de la creación y Dios es amor, cómo puedo decir que amo a Dios sino amor a mi prójimo? No puedo hablar de amor a Dios sino soy buen ciudadano, sino cumplo con mi rol de padre, no puedo hablar de amor si quiero a mis hijos y maltrato a los del vecino, no puedo hablar de amor, si soy insensible al sufrimiento ajeno, no puedo hablar de amor si soy deshonesto, sino cumplo con mi trabajo, no puedo hablar de amor si traiciono a mi amigo, no puedo hablar de amor si maltrato a mi pareja…Entonces si analizamos todo esto, es una señal que el mundo está en crisis, por nosotros mismos, por nuestras actitudes egoístas, por nuestra indiferencia, por nuestra falta de solidaridad, por nuestro sentido de carencia, por nuestra falta de amor.

Por tanto, la solución está en cada uno de nosotros, en nuestras actitudes, en volver a nuestra esencia, recordar los valores, la empatía con el prójimo. No se trata de encabezar un movimiento de multitudes, podemos empezar por lo más simple y cercano que tenemos, comienza por ti mismo y ofrece tu ayuda a quienes  tienes más próximo… El simple hecho de hacer algo por alguien, es suficiente. Cumple con tu responsabilidad, con tu rol de hijo, padre, amigo, ciudadano del mundo, compañero, ser humano. Actúa como el ser espiritual que eres, no pretendas cambiar el mundo de la noche a la mañana, comienza por ti y por lo que tienes a tu alcance. Recuerda que son los pequeños cambios los que hacen la diferencia. Para de quejarte, enfócate en todo lo bueno que tienes y verás cómo llegan más cosas positivas a tu vida.

Las personas más felices, cuando analizan en qué momento fue que su vida cambio del sufrimiento a la paz, se dan cuenta de que no fue cuando terminaron  una carrera, ni  cuando se enamoraron, ni tampoco  fue cuando se  fueron de viaje, ni mucho menos cuando obtuvieron  un mejor trabajo. Aunque resulte increíble, sus vidas empezaron a  empezaron a cambiar automáticamente cuando descubrieron  quiénes son realmente, que tenían una misión en la vida, y mucho más cuando lograron trabajar para ella.  Y esta misión señores se  trata del servicio, de dar a los demás  parte de sí mismos, ya sea de su trabajo, de su talento, de sus capacidades,  de sus bienes,  sus experiencias y conocimientos. Debemos  aprender a disfrutar de la entrega desinteresada, a dar sin esperar nada a cambio, a dar tan  solamente por la satisfacción que encierra el dar.

Nadie es tan pobre que no tenga nada que dar, las  cosas materiales son importantes, pero en el mundo hay más gente falta de de amor que de dinero y es mucho decir, hay gente mas falta de sonrisas que de salud…entonces da lo que tengas sin menospreciar lo que das…Lo más valioso, no tiene precio. No pongas excusas, subestimando lo que tienes para dar, si lo puedes dar, es porque alguien lo necesita.

Así que, ábrete al amor que vive en tí, no temas, déjalo fluir, no tienes nada que perder. Cuando te habrás a esa gran verdad…Serás feliz porque actuarás de acuerdo a tu verdadera esencia y entontarás la verdadera libertad.
Nadie te puede engañar, quien te engaña, se traiciona a sí mismo… Recuerda la ley de causa efecto. 

Es tiempo de demostrar que eres un ser en busca de la evolución y trascendencia,  y para alcanzar esto se requiere contar con   la sabiduría de no juzgar, valentía  y fe para vencer el miedo, entregarse desinteresadamente en el servicio a los demás  y por sobre todo, ser fiel a las leyes universales, es especial a la ley del amor.

El cambio,  depende de tí, el cambio está en tí…Si tú cambias, el mundo cambia.

Infinitas bendiciones,
www.vozdelaconciencia.com

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