En
la sociedad de hoy día, vemos que una palabra titular en las portadas de los
diarios y en los noticieros es crisis, ya sea financiera, social,
económica, bancaria, familiar, espiritual, ambiental, mundial…
Si
hacemos un análisis, encontraremos muchísimas razones, pero si observamos detenidamente, a mayor profundidad,
encontraremos que el origen común de cada una de ellas es el egoísmo. El buscar
el beneficio particular a costa de los demás e ignorar que todos estamos interconectados,
que lo que afecta al otro, tarde o temprano me afectará a mí.
La
crisis no surgió por casualidad. El mundo no se rige por casualidades, sino por
causalidades. Nosotros creamos las causas que dominan nuestra realidad.
Constantemente estamos sembrando las semillas de lo que cosecharemos en el
futuro. La crisis es simplemente producto de nuestra desobediencia a las leyes universales,
en especial, la ley del amor.
La situación actual es una señal de que el
cambio es más que necesario, de que mientras
más avanzamos lo que hacemos es que involucionamos, por lo que se requiere del
surgimiento de una nueva conciencia mas incluyente, más participativa, donde
civilización no signifique autodestrucción, donde solidaridad no sea dar
asistencia sino mas bien proporcionar herramientas para que puedan emprender su
propio vuelo, donde modernización no signifique destruir culturas y
tradiciones, donde industrialización no sea sinónimo de explotación.
Ante
tal crisis, muchos se cruzaran de brazos pensando que no pueden hacer nada, ya que
esto no lo salva nadie. Otros se pasarán la vida teorizando e ideando múltiples
soluciones, otros se quejaran y criticarán constantemente, otros se unirán al
bando de los salvajes argumentando que en este mundo sólo el que se aprovecha
de los demás progresa y otros están tan
dormidos que ni cuenta se dan de lo que pasa a su alrededor.
Pero
independientemente de cuál sea la actitud, por más teorías que formulemos, por más
comisiones de expertos en ciencias, finanzas, medio ambiente, salud que se reúnan,
por más recursos disponibles que hayan,
si no se aplican sobre la base del amor, nunca lograremos la solución. Porque por más romántico que suene, sólo el
amor nos salva, sólo el amor y el perdón
nos liberan del egoísmo.
La crisis es una gran oportunidad para
abrir los ojos y reivindicar nuestras acciones. Pero que implica reivindicarse? Significa un
arrepentimiento genuino, tener la voluntad para ponernos en pie con más
fuerza, re direccionar nuestros pasos,
sin vacilaciones, sin titubeos, sino mas bien con plena conciencia del deber,
que sólo
la da la voz de la conciencia.
Esta
reivindicación significa un autoanálisis constante sobre aquello que puedo yo
hacer para ser mejor.
Las
crisis representan grandes oportunidades para salir adelante o para hundirnos
más, todo va a depender de nuestra reacción ante los acontecimientos
incontrolables que sucedan a nuestro alrededor. Una vez más nos encontramos
ante un dilema entre el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad.
En
la vida estamos condenados al cambio y si no fluimos con el, entonces nos vemos
obligado hacerlo ante fuertes circunstancias…
La
Madre Teresa dijo una vez: “La misión de cada uno es una misión de amor. Pero
primero hay que encontrar tiempo para los que están cerca, después podemos
empezar a ayudar a los demás. Hay que empezar donde nos encontramos, con la
gente que está más cerca. Hay que perdonar sin cesar y convertir nuestros
hogares en centros de compasión. No dejemos que nadie acuda a nosotros sin que
se vaya sintiéndose mejor y más contento.”
Son muchos los que hablan
de amor, y en especial del amor a Dios,
pero este sentimiento debe ser avalado con acciones. Si Dios vive en mí así como en cada ser de la creación y Dios es amor, cómo puedo decir
que amo a Dios sino amor a mi prójimo? No puedo hablar de amor a Dios sino soy
buen ciudadano, sino cumplo con mi rol de padre, no puedo hablar de amor si
quiero a mis hijos y maltrato a los del vecino, no puedo hablar de amor, si soy
insensible al sufrimiento ajeno, no puedo hablar de amor si soy deshonesto,
sino cumplo con mi trabajo, no puedo hablar de amor si traiciono a mi amigo, no
puedo hablar de amor si maltrato a mi pareja…Entonces si analizamos todo esto,
es una señal que el mundo está en crisis, por nosotros mismos, por nuestras
actitudes egoístas, por nuestra indiferencia, por nuestra falta de solidaridad,
por nuestro sentido de carencia, por nuestra falta de amor.
Por tanto, la solución está
en cada uno de nosotros, en nuestras actitudes, en volver a nuestra esencia,
recordar los valores, la empatía con el prójimo. No se trata de encabezar un
movimiento de multitudes, podemos empezar por lo más simple y cercano que
tenemos, comienza por ti mismo y ofrece tu ayuda a quienes tienes más próximo… El simple hecho de hacer
algo por alguien, es suficiente. Cumple con tu responsabilidad, con tu rol de
hijo, padre, amigo, ciudadano del mundo, compañero, ser humano. Actúa como el
ser espiritual que eres, no pretendas cambiar el mundo de la noche a la mañana,
comienza por ti y por lo que tienes a tu alcance. Recuerda que son los pequeños
cambios los que hacen la diferencia. Para de quejarte, enfócate en todo lo
bueno que tienes y verás cómo llegan más cosas positivas a tu vida.
Las personas más felices, cuando analizan
en qué momento fue que su vida cambio del sufrimiento a la paz, se dan cuenta
de que no fue cuando terminaron una carrera,
ni cuando se enamoraron, ni tampoco fue cuando se
fueron de viaje, ni mucho menos cuando obtuvieron un mejor trabajo. Aunque resulte increíble,
sus vidas empezaron a empezaron a
cambiar automáticamente cuando descubrieron
quiénes son realmente, que tenían una misión en la vida, y mucho más
cuando lograron trabajar para ella. Y
esta misión señores se trata del
servicio, de dar a los demás parte de sí
mismos, ya sea de su trabajo, de su talento, de sus capacidades, de sus bienes, sus experiencias y conocimientos. Debemos aprender a disfrutar de la entrega
desinteresada, a dar sin esperar nada a cambio, a dar tan solamente por la satisfacción que encierra el
dar.
Nadie es tan pobre que no
tenga nada que dar, las cosas materiales
son importantes, pero en el mundo hay más gente falta de de amor que de dinero
y es mucho decir, hay gente mas falta de sonrisas que de salud…entonces da lo
que tengas sin menospreciar lo que das…Lo más valioso, no tiene precio. No pongas
excusas, subestimando lo que tienes para dar, si lo puedes dar, es porque
alguien lo necesita.
Así
que, ábrete al amor que vive en tí, no temas, déjalo fluir, no tienes nada que
perder. Cuando te habrás a esa gran verdad…Serás feliz porque actuarás de
acuerdo a tu verdadera esencia y entontarás la verdadera libertad.
Nadie
te puede engañar, quien te engaña, se traiciona a sí mismo… Recuerda la ley de
causa efecto.
Es tiempo de demostrar que
eres un ser en busca de la evolución y trascendencia, y para alcanzar esto se requiere contar con la
sabiduría de no juzgar, valentía y fe para
vencer el miedo, entregarse desinteresadamente en el servicio a los demás y por sobre todo, ser fiel a las leyes
universales, es especial a la ley del amor.
El cambio, depende de tí, el cambio está en tí…Si tú
cambias, el mundo cambia.
Infinitas bendiciones,
www.vozdelaconciencia.com
como siempre un diez,prima
ResponderEliminarprima..cada dia te mejoras
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